Sabe bien de qué habla. Carmen Sánchez, empresaria afincada en Marbella, sufre todavía las consecuencias de dos matrimonios con episodios de maltratos físico y psicológico. Su propia experiencia y las ganas de ayudar a otras mujeres en su situación, especialmente ante la saturación de las instituciones, le animaron a constituir una nueva asociación, ‘Despertar sin violencia’, que ahora da sus primeros pasos. Abogados, psicólogos y hasta traductores ya se han ofrecido a respaldar al colectivo en su cruzada contra la violencia machista.
Despertar sin violencia. ¿Por qué han escogido ese nombre?
La asociación se llama así por una decisión de las tres personas que componemos la asociación: Laly García, Sonia Casola y yo. De las tres, yo soy la única persona que he sido maltratada e insistí mucho en la palabra despertar porque mi primer maltrato fue hace 33 años y desperté viendo a una niña colgando de un noveno piso, que era mi hija. Me decía mucho esa palabra. Luego me volví a casar, me vine a Marbella y también volví a despertar con algo similar, con unos malos tratos psicológicos brutales que terminaron en físicos.
¿Sus vivencias le animaron a abanderar la lucha contra el maltrato?
No sólo mis vivencias sino que me he dado cuenta de que la Delegación Municipal de la Mujer está saturada; tardas más de un mes en que te vea un psicólogo. Hace 30 años no había psicólogos, psiquiatras ni nada pero ahora que hay medios son insuficientes.
Hace 30 años, ¿pesaba mucho la vergüenza?
La mujer estaba muy acostumbrada a aguantar. Había muchas que no podían a salir adelante por sus propios medios. La mujer aguantaba y entonces no la mataban, ya que el maltratador necesita tener siempre a alguien a quien maltratar. Ahora las matan porque hablan. Por eso pedimos que haya cosas que cambien, como que sistemáticamente se incumplan las órdenes de alejamiento o que llevemos un teléfono de teleasistencia que ni siquiera tiene cámara. Si no nos aportan más medios, no sirve lo demás.
¿Es esa la asignatura pendiente?
Por supuesto, el sistema falla en la protección. Una mujer maltratada, que necesita muchísima ayuda psicológica, lleva una carga emocional brutal y lo único que pide a la sociedad es que la ayuden, pero que la ayuden los jueces, los fiscales, los abogados… Hay abogados que no están preparados para llevar estos casos y las órdenes de alejamiento de 500 metros no les sirven a las mujeres maltratadas de nada. Hay algo que estamos haciendo mal porque la mujer no tendría por qué salir de su entorno; tendrían que llevárselo a él.
Resuena la palabra indefensión.
Totalmente. Lo primero que tienen que hace es escucharnos porque hay cosas que no están funcionando. Por ejemplo, hay un nuevo juzgado en Marbella para estos casos y también está saturado.
¿Qué hueco cubrirá la asociación?
Queremos que haya un sitio donde ayudar a las mujeres y, de la mano del Ayuntamiento, descargar algo a la Delegación de la Mujer. Debemos acortar los plazos. Una mujer que de hoy para mañana piensa que tiene que irse no puede esperar un mes a que la vea un psicólogo. Necesita atención inmediata. Marbella es una ciudad muy solidaria y, además, espero que mi experiencia anime a muchas mujeres a hablar.
¿Le preocupan el número de casos de violencia de género en Marbella?
Por supuesto. El porcentaje es altísimo para la población que hay. Desde enero casi 400 mujeres han ido a la Delegación de la Mujer a pedir ayuda. Es una salvajada. Están empezando a hablar pero siguen teniendo miedo.
A veces se asocia el maltrato a un contexto económico e incluso cultural bajo.
No tiene que ver. En mi caso había un nivel alto. Lo que hay un perfil del maltratador: una persona que necesita tener a alguien por debajo.
¿Qué papel juegan el entorno familiar o vecinal?
Las personas cercanas deben ayudar y hablar, pero no sólo denunciando. Primero hay que ayudar a la persona para que sea ella misma la que denuncie. Convencerla de que el apoyo será grande porque una vez que denuncie comenzará un peregrinar espantoso. También es muy importante que la familia no agobie, que no pregunte por qué ha aguantado o por qué ha estado tanto tiempo. Que dejen el por qué y simplemente ayuden.
Supongo que estará al tanto del caso del profesor Neira.
Sí. A mí me ocurrió eso en mi primer matrimonio. Me estaban arrastrando en la calle y un chico joven vino a auxiliarme. Le grité que se fuera porque sabía que iba a terminar mal. No termino de entender a esa mujer, Violeta Santander, porque toda la ayuda que tengas en ese momento es poca.